lunes, 9 de abril de 2012

La aplicación de la "calidad integral" en el Grupo Garavilla


Os presento un artículo que he escrito para el número 429 de diciembre de 2011 de la revista "Alimentaria" (http://www.eypasa.com/alimentaria/vernoticia.php?noticia=552)

La aplicación de la ‘calidad integral’ en Grupo Garavilla


Héctor Martín Fernández Álvarez



Nuestra empresa da sus primeros pasos allá por el año 1887 cuando D. José de Garavilla y Quintana abre en la pequeña villa marinera vasca de Elantxobe un pequeño negocio artesanal de conservas de pescado. Asentados en Bermeo (Vizcaya) desde 1906, fue en 1917 cuando se inaugura lo que en aquellos tiempos fue considerada una de las mejores y más modernas fábricas de conservas de Europa, que fue bautizada con el nombre de ‘La Equitativa’, que a su vez fue la marca bajo la que la empresa comercializó durante años buena parte de su producción.

 

Ya en los años 60 del siglo XX, surge la marca ISABEL, aumenta la dimensión de la empresa fundando hasta 11 fábricas por toda la Península y Canarias. En las siguientes décadas contemplamos una espectacular expansión, ya bajo la dirección de la tercera generación de la familia Garavilla, con la creación de una potente red comercial, una activa presencia en los medios de comunicación y una moderna flota pesquera.

En la actualidad, el Grupo  Garavilla, , cuyos mas  conocidos productos, de marcas como ISABEL y CUCA, son de las más entrañables del panorama de la alimentación moderna en España, que nos han acompañado durante varias generaciones. La confianza depositada por nuestros consumidores ha permitido consolidarnos como una de las empresas agroalimentaria líderes en la producción y comercialización de una amplia variedad de productos del mar estables a temperatura ambiente. Conservas Garavilla cuenta con seis grandes plantas de fabricación (cuatro en España, uno en Marruecos y otro en Ecuador), flota pesquera propia constituida por cuatro modernos buques atuneros que, operando en los océanos Pacífico, asegura el suministro de materia prima a nuestros centros de envasado, y una nutrida red comercial y de distribución que cimenta nuestra potente proyección internacional, con presencia relevante en más de sesenta y cinco  mercados nacionales, en cuatro continentes. En este sentido, y además de nuestra relevante presencia en el mercado europeo, merece especial mención nuestro liderazgo en zonas emergentes como Sudamérica, Magreb y Europa del Este.
 
Los elementos clave de nuestra estrategia industrial y comercial son la innovación y la diversificación de la gama de productos que ofrecemos al consumidor, manteniendo la confianza que nos brindan los consumidores. Efectivamente,  en  Conservas Garavilla estamos orgullosos de ser considerados simultáneamente una empresa ‘de toda la vida’ y a la vez ‘innovadora’ en cuanto a la oferta de productos. Es, por tanto, un compromiso estratégico de nuestra empresa encontrar el punto de equilibrio entre ser considerados ‘de confianza’, valor irrenunciable  tanto en cuanto el consumidor nos percibe como una organización preocupada ‘desde siempre’ por ofrecer productos seguros y de calidad, y afianzar la actual imagen de empresa caracterizada por una importante apuesta por la innovación, comprometida con el objetivo de aportar valor desarrollando nuevos procesos tecnológicos como NATURfresh® para ofrecer al consumidor nuevas propuestas, más atractivas y saludables pero, como ya queda dicho, sin renunciar un ápice a la más alta garantía de calidad y seguridad.

CALIDAD e I+D+i

La industria española ocupa hoy, según datos de ventas, el quinto puesto en Europa. El sector de la alimentación y bebidas, con aproximadamente el 20% del total de la producción industrial, es el primer sector de la industria manufacturera en España, aportando alrededor del 15% del valor añadido y el 17% de la mano de obra.

El esfuerzo innovador del sector se visualiza claramente si recordamos que la industria alimentaria ha triplicado las inversiones tras la integración en la UE para no paralizar su desarrollo; dinámica que continúa en la actualidad. Hoy en día, una de las preocupaciones fundamentales de las industrias del sector es la necesidad de potenciar el prestigio de la marca y la excelencia del producto. Lo anterior, junto con la presión de la competencia (interna y externa) de los diferentes agentes económicos que confluyen en el sector requieren de las empresas una respuesta constante, que se traduce en inversiones destinadas a la investigación y desarrollo de nuevos productos, innovación en procesos y formación continua de los trabajadores. La progresiva liberalización del comercio mundial y la apertura de mercados, tras los acuerdos de la Ronda Uruguay y del GATT, son los nuevos desafíos de la industria alimentaria. Aumentar el nivel de internacionalización del sector y la inversión en activos productivos es una necesidad acuciante para sostener el dinamismo de las empresas.

Este objetivo estratégico ha sido el que condujo a que nuestra empresa decidiera, hace ya más de doce años, certificar los sistemas de gestión implantados en los diferentes centros de fabricación del Grupo. En aquel momento todavía hablábamos de “sistemas de aseguramiento de la calidad”. Desde un primer momento, comprobamos que el esquema de la serie ISO 9000 satisfacía plenamente nuestros requerimientos. Posteriormente hemos podido comprobar cómo la implantación previa de la norma ISO ha facilitado considerablemente la adaptación de nuestro sistema organizativo para la implantación de nuevos estándares de seguridad alimentaria y otras normas específicas de sostenibilidad de recursos marinos (MSC) o de adecuación de productos a colectivos específicos (como el sello Halal). Efectivamente, hemos comprobado cómo las certificaciones de calidad de la serie ISO 9000, en nuestro caso certificadas desde siempre por AENOR, introducen guías claras de actuación permitiendo conseguir una mayor eficiencia del flujo de información entre todos los niveles de la organización.

El enfoque basado en procesos, punto focal de la versión del 2000, ha supuesto, efectivamente, un punto de inflexión en la forma de gestionar la organización, pasando del esquema de “departamentos” entendidos casi como “compartimentos estanco” a funciones transversales a la organización como eje vertebrador de la actividad de la empresa. De todos modos, permítasenos poner en valor las valiosas aportaciones hechas por las versiones anteriores de la norma, en particular la del año 1994, que ha consagrado un ‘código de comunicación’ global en cuyo marco aún nos movemos hoy en día. Es curioso comprobar que incluso las nuevas normas privadas de seguridad alimentaria hacen uso de términos característicos de las normas de la serie ISO 9000; efectivamente, términos de uso tan cotidiano como “proceso” no se podría entender sin la norma ISO. Que todos hablemos el mismo idioma ha supuesto una auténtica revolución en las relaciones entre las organizaciones, con los proveedores y con los clientes.

De todos modos, es necesario señalar que, hoy por hoy, la implantación de sistemas de gestión en nuestras organizaciones no debe ser considerado como parte de una estrategia de “diferenciación” puesto que, cada vez más, las organizaciones requieren la implantación de sistemas que permiten la verificación del buen hacer organizativo y de gestión como requerimiento previo al establecimiento de relaciones comerciales, es decir, contar con un sistema de gestión basado en esquemas ISO nos permite colocarnos en la “línea de salida” pero no nos garantiza que lleguemos los primeros a la meta.

Ya hace más de una década que el Grupo Garavilla ha establecido como prioridad estratégica dotar a cada uno de nuestros centros de producción de un sistema de gestión de la calidad y de un programa de seguridad alimentaria acorde con las normas y estándares de calidad de producto y proceso que los clientes y consumidores merecen y, cada vez más, exigen de una empresa líder en el sector de la alimentación.

Así, comenzamos a finales de la década de los noventa del pasado siglo, implantando sistemas de gestión compatibles con la serie de normas ISO 9000 de 1994, en las fábricas de Agadir (Marruecos) y O Grove (Pontevedra, España), certificadas por AENOR en 1998. El sistema de gestión implantado en la planta de Ecuador ha conseguido la certificación ISO 9001 hace más de 5 años, también emitida por AENOR. 

En 1999 se obtuvo por primera vez la certificación BRC (‘British Retail Consortium’) para la planta de O Grove. A ella han seguido las certificaciones de Agadir y Ecuador. En la actualidad todas estas plantas cuentan con el máximo nivel de conformidad bajo  el referencial BRC (nivel A) y también poseen la certificación IFS (‘International Food Standard’) en nivel de excelencia (‘higher level’), emitidas todas ellas por la Asociación Española de Normalización y Certificación (AENOR).


CALIDAD INTEGRAL.

El antiguo concepto de “calidad” y “control de calidad”, como cumplimiento de especificaciones que reflejaban los requerimientos del cliente ha evolucionado (‘felizmente’) hacia un concepto más amplio y sistematizado, que requiere una potente base organizativa correctamente estructurada que pueda dar respuesta a las nuevas, y cada vez más dinámicas, demandas del consumidor centradas en aspectos asociados al producto y a su fabricación como, por ejemplo, el impacto del proceso de producción sobre el medio, la salubridad de los productos, el entorno de trabajo en los centros productivos, la sostenibilidad de los recursos, el respeto a la biodiversidad, el respeto a las personas, etc.

Desde la Dirección de Calidad y RSC del Grupo Garavilla hemos sistematizado el control global de nuestros productos y procesos a partir de la siguiente asunción del concepto de ‘calidad integral’[1]: La calidad integral del producto abarca dos características diferenciadas que podemos designar como “salubridad” y “satisfacción”. Cada uno de estos aspectos se divide en otros dos:

a) Salubridad: aspectos relacionados directamente con la salud del consumidor (ampliamente entendida; no como “ausencia de enfermedad” sino más bien en la línea de su definición actual como “estado de completo bienestar físico, mental y social”):

a-1) Inocuidad: Ausencia de riesgos. Requiere el establecimiento de protocolos y procedimientos para evitar riesgos toxicológicos y microbiológicos y la aplicación de estándares que aseguren el cumplimiento de dichas normas.

a-2) Beneficios nutricionales: Los alimentos proporcionados deben ser compatibles con hábitos nutricionales que tiendan al bienestar físico del consumidor. Se debe tratar de mantener determinados niveles de nutrientes en los ingredientes y la formulación de alimentos de forma que su consumo sea compatible con perfiles nutricionales que fomenten el interés de los consumidores por la alimentación sana y natural.

a) Satisfacción: aspectos relacionados directamente con sensaciones de bienestar y comodidad del consumidor:

b-1) Calidad organoléptica: los productos proporcionados deben presentar unas características sensoriales (sabor, aroma, textura, apariencia,…) que satisfagan las necesidades y exigencias del consumidor.

b-2) Confort: se debe proporcionar al consumidor valores adicionales relacionados con la utilidad, ventajas económicas, comodidad y  facilidad de utilización, envasado atractivo, información completa en etiquetado, vida útil adecuada de los productos, valores de empresa asociados al producto (fabricación ética), etc.

En los países desarrollados hemos superado, una primera fase de preocupación fundamental por la obtención de alimentos. La fase de aseguramiento de la “inocuidad” de los productos alimenticios se está llevando a cabo simultáneamente a las actividades de mejora de niveles nutricionales y dotación de mayores valores de “confort”; todo ello debido al gran dinamismo del mercado. En ese punto es donde se encuentra la principal aportación de los sistemas de gestión de seguridad alimentaria que nuestra organización ha implantado y que cuentan con las certificaciones BRC e IFS emitidas por AENOR.

Creemos necesario recalcar que hoy en día, el consumidor quiere saber cómo se han procesado y obtenido los alimentos; y exige, cada vez más, una calidad integral del producto alimenticio que consume, es decir, demanda que los productos sean por un lado sanos y seguros, pero también que aporten valores adicionales de confort y que sean producidos éticamente y de una forma respetuosa con el medio.

En este sentido, la sostenibilidad de los recursos, específicamente del atún, es un tema de capital importancia que debe recibir toda nuestra atención puesto que es la clave que sostendrá la supervivencia de nuestra organización en el futuro. Consideramos de fundamental importancia partir de un “diagnóstico” preciso, fiable y veraz que nos permita formar una imagen clara de la situación real del recurso. Es necesario, por tanto, desarrollar estudios científicos claros que aborden la cuestión de la sostenibilidad del atún con el fin de adoptar medidas como protección de zonas de cría, creación de santuarios, vedas, etc.

Por otra parte, y en concordancia con las propuestas estratégicas de las Administraciones Europeas (por ejemplo las directrices expuestas en el documento “Future challenges paper: 2010-2014” de la DG SANCO), se debe propugnar una mayor participación del propio sector y debería ser éste quien adopte una posición proactiva y de liderazgo en la autorregulación son objeto de ser “parte de la solución, no del problema” y que así sea percibido tanto por las administraciones como por la sociedad en general.

En este contexto se enmarca el reciente ingreso del Grupo Conservas Garavilla como miembro de la ISSF (International Seafood Sustainability Foundation, www.iss-foundation.org), asociación global entre ciencia, industria atunera y la comunidad de organizaciones no gubernamentales que, como indica en su página web, tiene por misión “emprender iniciativas, basadas en la ciencia, para la conservación y aprovechamiento sostenible a largo plazo de las poblaciones de atunes, la reducción de la captura incidental, y la promoción de la salud de los ecosistemas”.

La producción ha de orientarse, por tanto,  hacia estas nuevas demandas del consumidor, y ello requiere necesariamente un “control integral de la producción”: trazabilidad total del producto, buenas prácticas de manipulación y producción, control de procesos, respeto escrupuloso a las correctas condiciones de higiene y sanitarias en todas las etapas, identificación y corresponsabilidad de proveedores, control de movimientos y etiquetado integral, entre otras cuestiones.

Sumario 1:
Ya hace más de una década que el Grupo Garavilla ha establecido como prioridad estratégica dotar a cada uno de nuestros centros de producción de un sistema de gestión de la calidad y de un programa de seguridad alimentaria acorde con las normas y estándares de calidad de producto y proceso que los clientes y consumidores merecen y, cada vez más, exigen de una empresa líder en el sector de la alimentación.

Sumario 2:
Hemos comprobado cómo las certificaciones de calidad de la serie ISO 9000, en nuestro caso certificadas desde siempre por AENOR, introducen guías claras de actuación permitiendo conseguir una mayor eficiencia del flujo de información entre todos los niveles de la organización.


[1] Desde el año 2003, el control de la seguridad alimentaria en la UE corresponde a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, así como a las distintas agencias estatales o autonómicas (en el caso de España). En nuestro país la autoridad competente es la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN). Este organismo autónomo, adscrito al Ministerio de Sanidad y Consumo también se ha comprometido a implantar el concepto de CALIDAD INTEGRAL de seguridad alimentaria: “DE LA GRANJA A LA MESA”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario